Un buen
médico es aquel que además de tener el título de medicina, destaca en el trato
humano a través de la empatía y la cercanía. Cualidades que no tienen todos los
médicos.
Los
pacientes somos personas, no somos
máquinas. Y cuando acudimos al médico, solemos tener cierta inquietud por
aquello que puede ocurrirnos. Sin duda, nuestro ánimo de entonces no es el que
tenemos cuando salimos de fiesta o quedamos con los amigos. Esta es una de las
razones por las que, como pacientes, lo primero que valoramos de un buen
médico, más allá de su propio conocimiento en su especialidad, es la acogida.
Es decir, esa atención personalizada en la que te sientes alguien y no un
simple número.
Habilidades sociales en medicina
Existen
situaciones en las que el hecho de ir al médico puede producir cierto estrés en el paciente. Un estrés y
ansiedad que pueden hacerle experimentar unos síntomas de malestar que nada
tienen que ver con el empeoramiento de su estado de salud, sino con la propia
tensión del momento. Pues bien, el estrés y la ansiedad del paciente se reducen
en gran medida gracias a la calidad humana del propio médico.
A su amabilidad y empatía con el paciente. Afortunadamente,
muchos médicos integran esta competencia profesional en su puesto de trabajo,
pero como ocurre en cualquier sector, no se trata de un hecho universal.
Algunos médicos todavía tienen mucho que mejorar en esta cuestión.
Por poner un
ejemplo, cuando un paciente acude a la consulta
de oftalmología, el especialista debería comprender que no está tratando
únicamente, el ojo y la vista de ese paciente. Está tratando con su persona.
Ese paciente tiene miedos, inseguridades y dudas que aumentan cuando un doctor
adopta un rol distante e impersonal con él.
Es decir, la
inteligencia emocional en la medicina no debería ser una obligación únicamente
en aquellos casos en los que el especialista tiene que dar una mala noticia al
paciente. La inteligencia emocional
debería ser un modo de ser en todo momento en el ejercicio de la profesión
médica.
Adaptación del lenguaje técnico
Por otra
parte, el propio lenguaje de la medicina
resulta complejo para el paciente. Por esta razón, un buen médico es aquel que
tiene la inteligencia suficiente para expresar ese diagnóstico en un lenguaje
cercano y comprensible, de este modo, no genera más confusión de la necesaria.
Todos
tenemos experiencia en ir al médico. Y conocemos cuál es la diferencia que existe
entre un especialista que brilla no solo por sus conocimientos médicos, sino
también, por su trato humano, y aquel experto que a pesar de tener un
currículum excelente carece de empatía y cercanía en la consulta. En cualquier
profesión es importante hacer autocrítica, sin embargo, en profesiones en la
que el objeto de estudio es el propio ser humano, la autocrítica debería ser
una constante.
Los médicos
deberían tener inteligencia emocional por respeto a la salud, la enfermedad y
la dignidad de los pacientes en todas las circunstancias de su vida.
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